El exdirector nacional electoral pasó por Mar del Plata para dar una charla en la Facultad de Derecho. Cree que los electores no se cansaron de ir a votar, sino del modo en que confrontaron las facciones. Partidario de repensar las PASO, no duda de que la boleta única de papel es "el sistema más fácilmente realizable".
Por Ramiro Melucci
Al término de un año político intenso, que en la provincia de Buenos Aires tuvo tres turnos electorales, el exdirector nacional electoral, Alejandro Tullio, duda de que la gente esté “cansada” de ir a votar. En cambio, está convencido de que el agotamiento viene por el lado de la manara en que las facciones políticas “disputan internamente”. Y asegura que no es casual que el ganador de la elección haya sido alguien que no lo hizo.
Convocado por el Observatorio Electoral de la Universidad Nacional de Mar del Plata para participar de un conversatorio en la Facultad de Derecho sobre “cambios y perspectivas del sistema electoral argentino a 40 años de la recuperación democrática”, Tullio habló de los hitos más importantes de estas cuatro décadas en materia electoral.
Abogado con un master en Derecho Electoral y miembro del Consejo Consultivo de Cippec, del Observatorio de Derechos Políticos y Electorales de la Universidad Nacional de La Plata, del Consejo Asesor del Observatorio de Reformas Políticas en América Latina y de la Red Mundial de Justicia Electoral, Tullio también conversó con LA CAPITAL sobre el sistema electoral y sus posibilidades de cambio.
–Habla de los hitos más importantes en estos 40 años de democracia. ¿Cuál es el más relevante?
–La reforma constitucional. Es la principal reforma política, porque las demás son instrumentaciones de las reglas de juego. Pero la reforma constitucional fue el juego mismo. Se incorporaron los partidos políticos a la Constitución. También se incorporó el sufragio. Eso, junto al Juicio a las Juntas, cierra simbólicamente el período de inestabilidad democrática. El Juicio a las Juntas puso en el debido lugar la historia, los hechos y las responsabilidades. Y la incorporación del sufragio a la Constitución puso en el debido lugar el instrumento por el cual se puede cambiar el poder.
–Lo traigo a la actualidad. Para muchos fue agotador tener que ir este año tres veces a las urnas. ¿Cómo ve al sistema?
–Está recalentado, en términos de fricción. Sin embargo, la segunda elección tuvo una altísima participación y la tercera la mantuvo. Quiere decir que para votar no hay tanto cansancio. O tal vez la gente esté cansada, pero no de ir a votar, sino de todo lo que rodea la elección. Del excesivo protagonismo que tiene en el proceso electoral la disputa entre facciones políticas, más que la preparación de los proyectos. De hecho, termina ganando la elección una incógnita en términos de programas. Ojalá todo salga bien, pero no es casual el mensaje que nos da la gente eligiendo a alguien que no disputó internamente. La gente, más que optar por un programa, castigó una forma de diputar internamente.
–¿Las PASO deben continuar o deben ser eliminadas?
–Fui uno de los autores de esa ley y uno de las que la puso en funcionamiento. No me cuestiono los motivos que tuve en ese momento, pero sí creo que es momento de repensarlas.
-¿Qué implica repensarlas?
–Por ejemplo, que no estén aquellos candidatos que no tienen competencia. Eso sí: tendrán que saber que los otros van a estar desde antes en la televisión. Pero hay que buscar la manera de que las campañas sean menos invasivas. En otros países no lo son tanto como en Argentina. Acá hacemos de la elección algo histriónico. En otros lugares no se invade tanto la vida cotidiana de la gente. La campaña no está en las casas.
–Ahí hay otro motivo de cansancio…
–Si vos los tenés dentro de tu casa, y además se están peleando entre ellos, decís: ‘si no se pueden poner de acuerdo entre ellos, cómo se van a oponer de acuerdo para darnos las soluciones’. Hay una sobreexposición, pero no de lo que la gente está esperando que se discuta, que son soluciones a problemas, sino de nombres propios y personalismos. Yo creo en el conflicto, creo que expresa posiciones diferentes respecto de situaciones políticas, pero esa confrontación debe tener un tiempo, un lugar y un tono que sea menos apocalíptico.
–La forma de emisión del voto también está en discusión.
–Soy partidario de la incorporación de tecnología. Creo que el ser humano es único, irrepetible y falible. Y la tecnología no es única ni irrepetible, pero falla menos. Dicho esto, hay todavía una discusión pendiente para generalizar la forma en que se vota en Salta, en Neuquén, en algunos lugares de Chaco, en algunos de Córdoba o en la Capital. Allí en 2015 salió bien y este año salió mal, pero salir mal puede salir mal cualquier cosa. Bien hecho, eso sale bien. Dicho esto, en el medio está la posibilidad de modificar la forma de votar incorporando la boleta única de papel, como han hecho Santa Fe, Córdoba o Mendoza o como tiene la Capital en su ley electoral, que es la mejor del país.
–¿Está de acuerdo con la boleta única de papel?
–Creo que es lo mejor porque asegura la integridad de la oferta electoral. No depende de una cuestión logística, de una capacidad física que los ciudadanos, que son los verdaderos protagonistas del sufragio, tengan la oferta de todos los partidos. Y como la oferta electoral no es un privilegio de los partidos, sino un derecho de los ciudadanos, el Estado debe legislar de manera tal de que ese derecho sea más fácilmente realizable. La boleta única es el sistema más fácilmente realizable. Además, los políticos no podemos predicar sobre el cambio climático cuando la forma de elegirnos es hoy la menos sustentable ambientalmente del mundo. Votan algo más de 27 millones de personas y hay 35 millones de electores en el padrón. Si hubiera boleta única de papel, tendría que haber 38 millones de boletas. Ahora se imprimen miles de millones para que se usen 27 millones. Debe haber actividades más contaminantes, como el transporte, pero todo el transporte transporta. En cambio, no todas las boletas que se imprimen son para votar. No hay, en proporción, actividad más contaminante que nuestro modo de votar.
–Así y todo, con este sistema electoral, fue muy crítico cuando se sembraron dudas respecto a lo que podía suceder con el resultado.
–Porque las dudas se siembran sobre la confianza pública del sistema. Si cada uno cumple su rol, este sistema es suficientemente seguro. ¿Es invulnerable? No, por eso cada uno tiene que cumplir su rol. Un partido político que no sea capaz de controlar una elección permite que haya dudas sobre si es capaz de gobernar un país, porque gobernar un país también requiere verificar la idoneidad de los funcionarios y otros controles. También dudo del derecho a ser beneficiario de un proceso electoral de aquel partido político que no se quiere hacer cargo de tener una parte de la responsabilidad en ese proceso.